Biografía de Los Jilgueros de Rosarito
Los Jilgueros de Rosarito es un dueto ficticio creado para la
película "Volando Bajo" del director Beto Gómez (Salvando al
soldado Pérez).
La película nos trae un homenaje a la música y películas mexicanas
de los años 80's. El director fue influenciado para esta historia
ficticia por Los Yonics y Rigo Tovar en el género comedia musical.
mexicano de música de amor y desamor de Rosarito, Baja California,
México, compuesto por Chuyín Venegas y Cornelio Barraza.
La historia inicia en 1984 cuando Los Jilgueros de Rosarito
mostraron su gran potencial musical durante la feria municipal de
Cantamar, en ese entonces su nombre como agrupación era Los
Jilgueros de la Baja. Posteriormente, buscaron un nombre icónico e
inolvidable, naciendo Los Jilgueros de Rosarito.
A partir de ese momento, comenzaron a crear historia en la cultura
musical mexicana y pronto comenzarán a re-lanzar sus más grandes
éxitos en una versión remasterizada la cual podrá ser escuchada en
la web.
Los Jilgueros de Rosarito han deleitado a su público desde que
lanzaron su primer disco en 1984 hasta sus actuales carreras como
solistas. No menos importante es la aportación de Venegas y Barraza
al mundo del Cine B, donde sus exitosas películas de bajo
presupuesto y alta imaginación sobre vaqueros, albañiles,
«mojados», todos ellos siempre con sobrados momentos para cantar y
enamorar a sus novias de pantalla en turno, son ahora objeto de
culto y referencia hasta en los círculos creativos más «exquisitos»
y en mercados tan insólitos como Rusia, Japón y Finlandia. Incluso
viejos modelos de las infaltables sandalias azules de plástico de
Chuyín y las botas rojas de Cornelio alcanzan cifras exorbitantes
entre sus fervientes fans.
Rastrear los orígenes del dueto nos lleva al pequeño pueblo de
Cantamar, Baja California, donde el moreno Chuyín y el rubio
Cornelio se conocieron siendo apenas unos niños de diez y nueve
años, respectivamente. Se cuenta que los padres de Chuyín lo
dejaron al cuidado de su abuelo mientras se iban a buscar suerte a
Estados Unidos, y nunca más volvieron. A Cornelio lo abandonaron
recién nacido detrás del escenario de un concierto. Por si fuera
poco, la leyenda cuenta que la guitarra con la que el par de
pequeños músicos comenzó a tocar era un regalo que el mismísimo
José Alfredo Jiménez le regaló al abuelo de Chuyín tras ayudarlo en
una pelea de cantina.
El hermetismo que Chuyín y Cornelio han guardado desde su
separación ha vuelto imposible corroborar éstas y otras historias.
De las pocas cosas que compartieron con su público está esa primera
canción que compusieron juntos de niños y que irónicamente sería la
canción con la que cerrarían varios años después muchos de sus
conciertos internacionales. La letra expone en la jerga popular más
directa y sencilla la dura infancia de los futuros Jilgueros de
Rosarito, pero también una determinación a prueba de cualquier
adversidad:
Hoy me caí de muy alto
Toda la gente se rió
Pa’ que ya no se anden riendo
La verdad ni me dolió
El que no se haiga caído
Es porque nunca subió
Yo me caí para abajo
La verdad ni me dolió
Tuvieron que pasar diez años para que el mundo supiera de Chuyín y
Cornelio, cuando su primer sencillo, «Te siento bien lejos», logró
saltar a los primeros lugares de popularidad en todo el país. Los
Jilgueros de Rosarito comenzaban a escribir su propia historia
junto a leyendas similares como Los Terrícolas, Rigo Tovar, Sandro,
Los Pecos y Los Bukis. El videoclip de «Te siento bien lejos»
mostraba al dueto ya en pleno dominio de su look, con sus peinados
diseñados por su representante y expeluquero Lissandro Beltrani y
con unos llamativos vestuarios dorados que hoy son la delicia de
los amantes del kitsch. La chica del ahora clásico videoclip era
interpretada por la prima hermana de Chuyín, Toribia Venegas, una
rubia y tímida joven de pueblo que fue además la primera fan
oficial del grupo. Los Jilgueros de Rosarito terminarían teniendo
el club de fans más grande de Latinoamérica, llamado «Aún tengo tu
almohada», nombre tomado de una frase de su éxito de 1986 «Apaga la
luz cuando te vayas».
Nadie dirá que Chuyín y Cornelio eran grandes actores, pero sin
duda eran unas verdaderas estrellas. Asociados con el legendario
productor Bruno Sánchez Félix, hicieron varias de las películas más
divertidas del cine B mexicano, aun y cuando fuera sin querer.
Ellos seguían siendo esos niños cuya imaginación los había llevado
ahora del otro lado de la pantalla, donde siempre había una bella
chica para cada uno de ellos. Desde Ana Bertha Miranda hasta
Yolanda del Mar y Estrellita Martínez, en una lista que no le
pediría nada a Mauricio Garcés. Pero los personajes de Chuyín y
Cornelio conquistaban a las chicas de la película no por ser ricos,
refinados o famosos, sino por ser humildes albañiles que se
enfrentaban al jefe explotador, ilegales que burlaban a la Border
Patrol, mozos de caballeriza aguantando duras jornadas con la
alegría a veces irracional del mexicano en medio de un presente
gris y un futuro incierto. Cuando hicieron canciones en spanglish
para la trilogía de Mojados de medianoche, Chuyín y Cornelio se
anticiparon al mestizaje que vendría años después en otros géneros
musicales. Eran los únicos cantantes-actores que hacían sus propias
escenas de riesgo, aunque en realidad no fueran tan arriesgadas.
Existe la leyenda urbana de una película de «ciencia-ficción con
canciones» que supuestamente habrían hecho para el mercado
asiático. Lo cierto es que quedó pendiente de filmarse la anunciada
tercera parte de La jauría judicial.
Pero la verdadera tragedia para los fanáticos fue la separación de
Chuyín y Cornelio a mediados de los años noventa. No se dijo mucho
sobre las razones de la disolución del dueto, pero dado el rumbo
que han tomado sus respectivas carreras en solitario es notorio que
la ambición de Chuyín ya no era compartida por Cornelio. Y mientras
Chuyín hizo de París, Francia, su lugar de residencia para desde
ahí continuar su conquista de nuevos públicos, Cornelio regresó a
Baja California, presentándose esporádicamente en pequeños
escenarios y llevando una vida de bajo perfil público. Ninguno de
los dos ha vuelto a hablar, ni se sabe nada del disco inconcluso de
Los Jilgueros de Rosarito, ese álbum que, se dice, era el mejor
trabajo de quienes alguna vez fueron llamados «el Lennon y el
McCartney de la música popular mexicana».
Todos tenemos algún momento de nuestra vida marcado por Los
Jilgueros de Rosarito, pero nadie sabe las marcas que esa leyenda
dejó en sus protagonistas. Y tal vez Chuyín se encuentre en estos
momentos en su enorme mansión de París, rodeado de un séquito de
bellas mujeres y con sus inseparables chanclas azules en los pies,
concediendo la primera entrevista en mucho tiempo para hablar de
algún nuevo disco solista que ni él sabe para qué grabó. Pero justo
entonces...
Esta historia continúa en abril de 2014, con el estreno en salas de
la película Volando bajo,protagonizada por Gerardo Taracena,
Rodrigo Oviedo, Ludwika Paleta, Rafael Inclán, Sandra Echeverría,
Randy Vásquez, Roberto Espejo y Ana Brenda Contreras. Dirigida por
Beto Gómez. Escrita por Beto Gómez y Francisco Payó González.